Qué es de mi vida, se preguntarán (?). Bueno, he caído en un abrupto, nada más. Tuve que escupir, además, para completar el asunto. Una cosa es segura: voy a tener que resignarme a la idea de la imprecisión. Una y otra vez lo intento, pero nada ha mejorado, y la salud se me escapa como aceite entre los dedos de la mano. Rememorando días fúnebres se me hizo agua la boca y comprendí que mi percepción se ha inflamado hasta el punto de verme sometido a ella irremisiblemente. Se ha convertido en un enemigo astracto y manipulador, capaz de dictar maniobras contra mi voluntad, haciéndome un perro de caza en reiteradas ocasiones. Entonces estrecho tu mano con gesto adusto y te pateo los huevos, de repente comienzo a cacarear del brazo de mi novia en el teatro, el auto se me ha averiado y cómo has llegado y he llegado muy bien, de la puta madre, el viaje ha sido un placer, la próxima vez deberías venir conmigo y todo esto no me causa más que complicaciones que me tienen sin cuidado claro está, mis machetes autoflageladores apuntan en otra direccion, la de siempre, mucho más obvia y elemental.
Y vuelvo ha encerrarme en esta oficina demencial ya que nadie me ha castigado en mucho tiempo, ni siquiera indirectamente. Veo todo desde el ventanal vacío de sentido, y espero a que mi cabeza no dé para más. Los compases se amontonan, que todo es tan difuso y parcial, todo tan bello e inalcansable desde la asfixia.
Y vuelvo ha encerrarme en esta oficina demencial ya que nadie me ha castigado en mucho tiempo, ni siquiera indirectamente. Veo todo desde el ventanal vacío de sentido, y espero a que mi cabeza no dé para más. Los compases se amontonan, que todo es tan difuso y parcial, todo tan bello e inalcansable desde la asfixia.
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