Excursión en los Galpones del Puerto
La Mutación Culposa
Hemos llegado. Crishja baja del coche con una expresión de niño ofuscado de no tener con qué rascarse el culo. Lo miras y resopla. Detrás de él una gigantografía de productos para combatir la caída del cabello, en letras que chorrean sangre. El aviso advierte: "Tenga cuidado: si viene detrás, ¡mate al pelado!" Crishja me sonríe casparreando, un hilo de saliva burbujeante pende de su labio inferior como un hombre desesperado aferrándose con sus uñas rotas del acantilado. -Una idea estupenda- me dice, cuando automáticamente concibe miles de fantasías reprimidas de torturas y sodomía explícitas que danzan y se aparean en su cabeza. Me sonríe casparreando, el charco de saliva verde burbujeante al lado de sus zapatos.
-Este es el lugar, debemos hallar a Laura-. Mimi sale del coche al fin para compartir su infinita sabiduría con todos nosotros -Gente, cuidado con los pelados-. El rostro de Crishja es un muro viscoso de puños apretados.
Se puede oler el terror frío en el ambiente, el pánico nos envuelve a todos como ondas gubernamentales. Nos movemos sigilosamente, comunicándonos con gestos mínimos de corte peronista. Mimi se toca el busto y gira su cabeza en derredor tres veces: ha visto un zombie pelado arrastrarse dentro del tercer establo. Debemos lanzar un ataque desproporcionado y luego deforestar el área. "Si, eso es, vete por detrás" le digo a Mimi frunciendo mis fosas nasales y flexionando mis extremidades como un pequeño simio. Mientras Crishja, caminando con entusiasmo adrenalínico, abaraja su Marine Mágnum 870 con adaptador para plasma. Es precisamente ahora cuando vemos un niño abalanzarse en una especie de liana, lanzando granadas de mano hacia cualquier dirección. Comienzan a volar fragmentos de cosas por el aire que cortan y desgarran la piel de este niño intoxicado, que cae al piso porque, de hecho, otros fragmentos propulsados por su bombardeo han rozado su cuerda y la han cortado en dos. Me acerco al bulto humano que reflecta una bola de luz incandescente a causa de las miles de estalactitas de vidrio que impactaron en su torso y en el resto de su pequeño cuerpo. El niño iridiscente recoge una pierna que se le ha desprendido y repta hacia un rincón de sombra, en donde inmediatamente adopta una pose de indigente y comienza a mendigar. Crishja dice -estos renguitos son todos iguales- y apunta con su bayoneta a la pierna muerta. Luego se hace la señal de la cruz.
-Era sólo un niño- dice Mimi, quitándose las moscas del cuello. Se percibe ofuscación opresiva sobre nuestros hocicos, y volvemos hacia el auto en una selva de dolor. Vinimos buscando zombies y era tan sólo un niño.
-Estos niños de ahora.
-Si, estos niños de ahora...
-La droga- dice Mimi.
-Si, la droga...
La Mutación Culposa
Hemos llegado. Crishja baja del coche con una expresión de niño ofuscado de no tener con qué rascarse el culo. Lo miras y resopla. Detrás de él una gigantografía de productos para combatir la caída del cabello, en letras que chorrean sangre. El aviso advierte: "Tenga cuidado: si viene detrás, ¡mate al pelado!" Crishja me sonríe casparreando, un hilo de saliva burbujeante pende de su labio inferior como un hombre desesperado aferrándose con sus uñas rotas del acantilado. -Una idea estupenda- me dice, cuando automáticamente concibe miles de fantasías reprimidas de torturas y sodomía explícitas que danzan y se aparean en su cabeza. Me sonríe casparreando, el charco de saliva verde burbujeante al lado de sus zapatos.
-Este es el lugar, debemos hallar a Laura-. Mimi sale del coche al fin para compartir su infinita sabiduría con todos nosotros -Gente, cuidado con los pelados-. El rostro de Crishja es un muro viscoso de puños apretados.
Se puede oler el terror frío en el ambiente, el pánico nos envuelve a todos como ondas gubernamentales. Nos movemos sigilosamente, comunicándonos con gestos mínimos de corte peronista. Mimi se toca el busto y gira su cabeza en derredor tres veces: ha visto un zombie pelado arrastrarse dentro del tercer establo. Debemos lanzar un ataque desproporcionado y luego deforestar el área. "Si, eso es, vete por detrás" le digo a Mimi frunciendo mis fosas nasales y flexionando mis extremidades como un pequeño simio. Mientras Crishja, caminando con entusiasmo adrenalínico, abaraja su Marine Mágnum 870 con adaptador para plasma. Es precisamente ahora cuando vemos un niño abalanzarse en una especie de liana, lanzando granadas de mano hacia cualquier dirección. Comienzan a volar fragmentos de cosas por el aire que cortan y desgarran la piel de este niño intoxicado, que cae al piso porque, de hecho, otros fragmentos propulsados por su bombardeo han rozado su cuerda y la han cortado en dos. Me acerco al bulto humano que reflecta una bola de luz incandescente a causa de las miles de estalactitas de vidrio que impactaron en su torso y en el resto de su pequeño cuerpo. El niño iridiscente recoge una pierna que se le ha desprendido y repta hacia un rincón de sombra, en donde inmediatamente adopta una pose de indigente y comienza a mendigar. Crishja dice -estos renguitos son todos iguales- y apunta con su bayoneta a la pierna muerta. Luego se hace la señal de la cruz.
-Era sólo un niño- dice Mimi, quitándose las moscas del cuello. Se percibe ofuscación opresiva sobre nuestros hocicos, y volvemos hacia el auto en una selva de dolor. Vinimos buscando zombies y era tan sólo un niño.
-Estos niños de ahora.
-Si, estos niños de ahora...
-La droga- dice Mimi.
-Si, la droga...
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