septiembre 02, 2004

Véanse otros ejemplos de decepciones del entendimiento o ilusiones: tales son el bastón sumergido en el agua, que parece roto; las imágenes producidas por los espejos esféricos, que parecen colocadas un poco detrás de la superficie cuando ésta es convexa, y muy lejos de ella hacia delante cuando es cóncova; la luna, que produce el efecto de ser mucho mayor en el horizonte que en el cénit; efecto que no es óptico, pues las medidas micrométricas han demostrado que, por el contrario, nuestro ojos abarcan a la luna en el cénit con un ángulo visual un poco más abierto que cuando la vemos en el horizonte. El entendimiento es el que admite que la causa del menor brillo de la luna y de todas las estrellas en el horizonte es su alejamiento mayor; y jauzgando según las leyes de la perspectiva aérea, como si se tratara de objetos terrestres, cree a la luna mucho mayor en el horizonte que en el cénit, y a la bóveda celeste más extendida en el horizonte , es decir, de forma de medio punto. La misma percepción con arreglo a la perspectiva aérea, falsamente aplicada, es la que nos hace ver montañas muy altas, de las cuales sólo es visible la cima a través de una atmósfera pura y transparente, más próximas que los están en realidad, con detrimento de su altura: tal parece el Mont Blanc viste desde Sallenche. Todas estas apariencias engañosas existen en nuestra intuición inmediata, y no hay funcionamiento alguno de la razón que pueda suprimirlas. El razonamiento puede rectificar un error, es decir, ponernos en guardia contra un juicio sin razón suficiente, por medio de otro juicio contrario y verdadero; por ejemplo: nos enseña, en abstracto, que no es el alejamiento mayor, sino los vapores, más turbios en el horizonte, la causa de que sea más débil allí el brillo de la luna y de las estrellas; más, a pesar de todo conocimiento abstracto, la ilusión persistirá inmutable en los casos que hemos citado; pues la razón, facultad de conocimiento que sólo el hombre posee, a manera de adición a las demás, está separada entera y claramente del entendimiento, y éste puede, hasta en el hombre mismo, hallarse privado de razón. Todo lo que puede la razón es saber: el percibir intuitivamente pertenece sólo al entendimiento y está fuera de la influencia de la razón.