octubre 13, 2004

Como casi oigo rugir la tarde en su deceso, hiriente por entre mis uñas crecidas. Y en tanto pienso que gotea la Cindor y va a romper al estómago seco, petrificado como un alce en vuelo, y mientras hago tiempo (o lo dejo venir o pasar o que vuelva) para consultar al médico por el kister, después dan el partido y siempre en este mismo momento sin planes que consultar dejando dejando dejando. A través de todo conquistaré la vida del momento manchado.

Gracias a dios John es como un columpio (hace unos días trato de acordarme el sinónimo de ésta sin frutos maduros; soy un immemoriado...).