Cubierto en gran parte por residuos y restos de esqueletos el pantano del Rhin yacía en lo profundo. Bajo la ciudad tejana, bajo el cielo de Danzing hecho añicos, bajo todos los sueños diurnos, como un profano centro gravitacional. Una estática tensa y silenciosa se mantenía por sobre todo el lugar y en invierno la vegetación verdaderamente enloquecía. El hedor estomacal era el aura de sus aguas duras, la reflexión se volvía cosa estúpida, y un sombrero, un gabán, un poliéster quizás resultaran más convenientes que un ambo para sortear unos minutos allí dentro.
Nadie conoce el pantano del Rhin, "nadie no señor". Nunca me han llegado comentarios verídicos de alguien al respecto. Aunque debo mencionar ?mayormente por respeto- a un puñado de individuos melancólicos de la zona de Mandri (A.A.), quienes llegaron a experimentar sensaciones similares a las experimentadas por mí (a través de...) en la depresión del Rhin, aunque, por supuesto, con un misticismo afectado y sin beneficios en absoluto. No, nadie conoce el pantano excepto Rondón Veltrán, mi tercer alma silvirina. Y en cuanto regresó de su odisea hinchada de vanidad y certezas la sometí a mi tratamiento de interrogatorio clandestino a punta de pistola. Desenfundé, apelé a mis flamantes gestos de agente secreto y todo lo que conseguí de ella fue tan sólo:
"Esto referido a la cantidad de veces que un hombre de mediana edad fue permutado por tanzas de las islas."
Por lo tanto concluí mi tesis afirmando que Veltrán es un tanto mentiroso.
Nadie conoce el pantano del Rhin, "nadie no señor". Nunca me han llegado comentarios verídicos de alguien al respecto. Aunque debo mencionar ?mayormente por respeto- a un puñado de individuos melancólicos de la zona de Mandri (A.A.), quienes llegaron a experimentar sensaciones similares a las experimentadas por mí (a través de...) en la depresión del Rhin, aunque, por supuesto, con un misticismo afectado y sin beneficios en absoluto. No, nadie conoce el pantano excepto Rondón Veltrán, mi tercer alma silvirina. Y en cuanto regresó de su odisea hinchada de vanidad y certezas la sometí a mi tratamiento de interrogatorio clandestino a punta de pistola. Desenfundé, apelé a mis flamantes gestos de agente secreto y todo lo que conseguí de ella fue tan sólo:
"Esto referido a la cantidad de veces que un hombre de mediana edad fue permutado por tanzas de las islas."
Por lo tanto concluí mi tesis afirmando que Veltrán es un tanto mentiroso.
1 Comments:
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