octubre 29, 2004

Excursión en los Galpones del Puerto
La Mutación Culposa

Hemos llegado. Crishja baja del coche con una expresión de niño ofuscado de no tener con qué rascarse el culo. Lo miras y resopla. Detrás de él una gigantografía de productos para combatir la caída del cabello, en letras que chorrean sangre. El aviso advierte: "Tenga cuidado: si viene detrás, ¡mate al pelado!" Crishja me sonríe casparreando, un hilo de saliva burbujeante pende de su labio inferior como un hombre desesperado aferrándose con sus uñas rotas del acantilado. -Una idea estupenda- me dice, cuando automáticamente concibe miles de fantasías reprimidas de torturas y sodomía explícitas que danzan y se aparean en su cabeza. Me sonríe casparreando, el charco de saliva verde burbujeante al lado de sus zapatos.
-Este es el lugar, debemos hallar a Laura-. Mimi sale del coche al fin para compartir su infinita sabiduría con todos nosotros -Gente, cuidado con los pelados-. El rostro de Crishja es un muro viscoso de puños apretados.
Se puede oler el terror frío en el ambiente, el pánico nos envuelve a todos como ondas gubernamentales. Nos movemos sigilosamente, comunicándonos con gestos mínimos de corte peronista. Mimi se toca el busto y gira su cabeza en derredor tres veces: ha visto un zombie pelado arrastrarse dentro del tercer establo. Debemos lanzar un ataque desproporcionado y luego deforestar el área. "Si, eso es, vete por detrás" le digo a Mimi frunciendo mis fosas nasales y flexionando mis extremidades como un pequeño simio. Mientras Crishja, caminando con entusiasmo adrenalínico, abaraja su Marine Mágnum 870 con adaptador para plasma. Es precisamente ahora cuando vemos un niño abalanzarse en una especie de liana, lanzando granadas de mano hacia cualquier dirección. Comienzan a volar fragmentos de cosas por el aire que cortan y desgarran la piel de este niño intoxicado, que cae al piso porque, de hecho, otros fragmentos propulsados por su bombardeo han rozado su cuerda y la han cortado en dos. Me acerco al bulto humano que reflecta una bola de luz incandescente a causa de las miles de estalactitas de vidrio que impactaron en su torso y en el resto de su pequeño cuerpo. El niño iridiscente recoge una pierna que se le ha desprendido y repta hacia un rincón de sombra, en donde inmediatamente adopta una pose de indigente y comienza a mendigar. Crishja dice -estos renguitos son todos iguales- y apunta con su bayoneta a la pierna muerta. Luego se hace la señal de la cruz.
-Era sólo un niño- dice Mimi, quitándose las moscas del cuello. Se percibe ofuscación opresiva sobre nuestros hocicos, y volvemos hacia el auto en una selva de dolor. Vinimos buscando zombies y era tan sólo un niño.
-Estos niños de ahora.
-Si, estos niños de ahora...
-La droga- dice Mimi.
-Si, la droga...

octubre 20, 2004

De pronto muere la corriente y vagan a la deriva en una calma sin fin, más y más despacio y por último inmóviles.
"Tan quieto como un barco pintado / Sobre un océano pintado."
El agua es tan clara como aire límpido. Pueden ver la parte superior de grandes rocas a treinta metros de profundidad, que se obscurecen hasta la negrura de tinta que se extiende bajo ellos como un tapiz de terciopelo, cambiando a veces cuando se mueven formas bajo ella. No hay ningúnpez visible en las zonas claras próximas a la superficie y su presencia sólo puede deducirse por movimientos y ondas de oscuridad en los márgenes del campo de visión.
El lago se extiende hasta el cielo en todas direcciones, un vasto espejo azul redondocon una línea de rojo donde el sol toca el agua. Una leve onda de choque que asciende de las profundidades, y que indica el paso de una criatura grande, balancea suavemente la embarcación.
El Guía consulta el mapa, que se abre como un acordeón. Es un mapa de colores brillantes, aparecen en él seres insólitos. Algunos de ellos crecen del suelo cabeza abajo, les salen bortes en las piernas.
-La corriente más próxima a cuatrocientos cincuenta kilómetros -proclama, y parece como si las palabras se le cayesen de la boca-. Podemos remar.
-¿Podemos remar?
Neferti señala hacia el sol, que no se ha movido en el último minuto.
Wilson, el Guía, que perdió la licencia como Cazador Blanco por tirarle a un rinoceronte con un bazooka, vuelve entonces hacia Neferti esos ojos fríos y azules que parecen estar siempre mirando por el cañón de un rifle.
-Lo único que necesitamos es impulso, ¿sabes? No hay fricción en el agua.
Psa la mano rápidamente por el agua. Una sombra negra salta rauda y unos dientes muerden con un chasquido justo detrás de sus dedos.
-¿Ves lo que durarías en esta agua maldita? No hay ninguna fricción... el pez de cámara oscura puede moverse a una velocidad que sería mejor que no olvidases.
-¿No podríamos simplemente soplar desde la popa?
-Sería inútil. Tampoco hay fricción en este aire maldito. Necesitamos un impulso que no dependa del agua ni del aire. Mmmmmm... -se le iluminan los ojos como azufre ardiendo-. En Eton hacíamos competiciones de pajas... ya sabés, velocidad y distancia. Los chicos de la velocidad se inclinaban todos por las armas cortas y las escopetas, mientras que los tiradores de larga distancia se iban a los tiros largos, de seiscientos metros. Puede que si nos pusiéramos los dos en la popa y le diésemos, como... oye, tú eras de los de velocidad, ¿no?
-Si. Unos veinte segundos cuando estoy a tono.
-Bueno, pues será mejor que estés a tono y caliente. El metabolismo empezará a congelarse en una hora... cincuenta minutos ya, así que tenemos que andar con ojo. La presión diferencial debería sacudirnos y sacarnos de las coordenadas de congelación...
Neferti asiente y se desprende del taparrabos y lo deja caer con aire ausente detrás, como si lo abandonara para siempre. Sus alargados ojos verdeamarillentos de serpiente se achican, como cuando una serpiente se inmoviliza y se concentra en silenciosa resolución cuando siente la proximidad de la presa. Las tetillas y las orejas y la nariz se le pusieron de un rojo brillante y palpitante.
Wilson está de pie inmóvil y perfecto como una estatua, salvo por el falo ansioso y palpitante, los ojos fríos y azules escrutando el horizonte en busca de un blanco lejano. Allí está... las miras alineadas... los huevos tensos. Empieza a apretar el gatillo. Va subiéndole de los dedos y los pies largos y prensibles. Su cuerpo enjuto brilla como escamas de peces. Se concentra en un nudo en el Punto Uno de Neferti, cinco centímetros por debajo de donde debería estar el ombligo, si tuviese. Un animal furioso que gruñe, cabra-gato-venado está brotando de él. Chilla del agudo tormento cuando unos cuernos le atraviesan en cráneo y le brota sangre de la nariz.
Wilson aprieta y dispara. El blanco cae del punto de mira. La embarcación se mueve, despacio al principio, luego más de prisa, más, más.
-¡A proa! -grita Wilson.
Sujetándose a los asientos, logran a duras penas impedir que la embracación dé un bandazo de cola como un pez aguja arponeado. Entran en una corriente de trinta y cinco kilómetros por hora. Wilson señala:
-Isla Pies.
La huelen a cincuenta metros de distancia, un hedor negro a insecto que se pega a la ropa y al pelo. Tienes la sensación de que se arrastran ciempiés por todo tu cuerpo.
-Calma, caballerete. Les pasa a todos, al principio.

octubre 15, 2004

Alguien que me alcanze en este sabor de vertino descarriado. Mi caricatura me lleva kms de ventaja ya pariendo la carretera. Soy una adhesión al desasosiego e imprimo imprimo imprimo.
Basta de burlas, un sticker tiene que verse mejor.

octubre 14, 2004

Un veterano de Kansas llamado Joe Lázaro fue el instrumento del destino alterado. Le había pegado una coz en la cabeza una mula y le habían declarado muerto en el Memorial Hospital de Lawrence, pero le volvieron a la vida. Como san Pablo, derribado del asno en el camino de Damasco, Joe Laz, tras su recuperación milagrosa, sabía lo que tenía que hacer.
Se propuso producir una mula fértil. Expuso esperma de asno y de caballo a radiación orgónica en una pirámide magnetizada e inseminó al animal; no obtuvo resultado. Así que fue más lejos: preparó un establo magnetizado y bombardeó a los animales copulantes con ROM (Radiación Orgónica Mortal). Se cosio dentro de una piel de cabra y azotó a sus animales al compás de la salvaje música de Pan -toda mujer alcanzada por el látigo de Dios Cabrón concebirá-, y creó por fin una mula fértil.
Los escépticos aseveraron que la mula de Joe Laz era el fraude más colosal desde el Hombre de Piltdown.
-Lo tenía guardado en la manga- dijo Joe inmutable.

octubre 13, 2004

Como casi oigo rugir la tarde en su deceso, hiriente por entre mis uñas crecidas. Y en tanto pienso que gotea la Cindor y va a romper al estómago seco, petrificado como un alce en vuelo, y mientras hago tiempo (o lo dejo venir o pasar o que vuelva) para consultar al médico por el kister, después dan el partido y siempre en este mismo momento sin planes que consultar dejando dejando dejando. A través de todo conquistaré la vida del momento manchado.

Gracias a dios John es como un columpio (hace unos días trato de acordarme el sinónimo de ésta sin frutos maduros; soy un immemoriado...).

octubre 03, 2004

Cubierto en gran parte por residuos y restos de esqueletos el pantano del Rhin yacía en lo profundo. Bajo la ciudad tejana, bajo el cielo de Danzing hecho añicos, bajo todos los sueños diurnos, como un profano centro gravitacional. Una estática tensa y silenciosa se mantenía por sobre todo el lugar y en invierno la vegetación verdaderamente enloquecía. El hedor estomacal era el aura de sus aguas duras, la reflexión se volvía cosa estúpida, y un sombrero, un gabán, un poliéster quizás resultaran más convenientes que un ambo para sortear unos minutos allí dentro.

Nadie conoce el pantano del Rhin, "nadie no señor". Nunca me han llegado comentarios verídicos de alguien al respecto. Aunque debo mencionar ?mayormente por respeto- a un puñado de individuos melancólicos de la zona de Mandri (A.A.), quienes llegaron a experimentar sensaciones similares a las experimentadas por mí (a través de...) en la depresión del Rhin, aunque, por supuesto, con un misticismo afectado y sin beneficios en absoluto. No, nadie conoce el pantano excepto Rondón Veltrán, mi tercer alma silvirina. Y en cuanto regresó de su odisea hinchada de vanidad y certezas la sometí a mi tratamiento de interrogatorio clandestino a punta de pistola. Desenfundé, apelé a mis flamantes gestos de agente secreto y todo lo que conseguí de ella fue tan sólo:

"Esto referido a la cantidad de veces que un hombre de mediana edad fue permutado por tanzas de las islas."
Por lo tanto concluí mi tesis afirmando que Veltrán es un tanto mentiroso.