De entre la noche cubierta de amalgamada entropía quitó un encendedor roto. En su habitación, un único color implosivo. Volutas de humo sobre su cuerpo tendido, oyendo sonidos rotos que se colaban por entre las cortinas.
Yaciendo sobre la cama poseso por un conducto en espiral por el cual expiraban en secuencias automáticas sus más frecuentes obsesiones.
Intentando resistir, una vez más, aquel ahogo del tiempo, aquel vértice del espacio. De repente, el espacio se resiente, la vista relampaguea un corte transversal de microsegundos, y después. Escuchamos todo el tiempo que ya nada es lo mismo, y en todo caso estamos confundidos. Pero nada es tan perplejo como esto. La estática del televisor que ha encendido en modo programado. Fue solo un susto...
Yaciendo sobre la cama poseso por un conducto en espiral por el cual expiraban en secuencias automáticas sus más frecuentes obsesiones.
Intentando resistir, una vez más, aquel ahogo del tiempo, aquel vértice del espacio. De repente, el espacio se resiente, la vista relampaguea un corte transversal de microsegundos, y después. Escuchamos todo el tiempo que ya nada es lo mismo, y en todo caso estamos confundidos. Pero nada es tan perplejo como esto. La estática del televisor que ha encendido en modo programado. Fue solo un susto...
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