"PARAMNESIA: Perturbación de la memoria caracterizada por la ilusión de reconocer algo que no se ha visto, o por la tendencia a suplir con la imaginación los fallos de la memoria."
septiembre 29, 2003
Mientras busco el significado de páramo ("Terreno yermo, raso y desabrigado / fig. Cualquier lugar sumamente frío y desabrigado") en el diccionario, encuentro y objetivo al fin una de mis más grandes desgracias en la definición precedente:
"PARAMNESIA: Perturbación de la memoria caracterizada por la ilusión de reconocer algo que no se ha visto, o por la tendencia a suplir con la imaginación los fallos de la memoria."
"PARAMNESIA: Perturbación de la memoria caracterizada por la ilusión de reconocer algo que no se ha visto, o por la tendencia a suplir con la imaginación los fallos de la memoria."
septiembre 15, 2003
No es muda la muerte. Escucho el canto de los enlutados sellar las hendiduras del silencio. Escucho tu dulcísimo llanto florecer mi silencio gris.
Me estoy hurgando la cavidad derecha de mi nariz con el tercer dedo -síntoma irreversible de perversidad alucinante- de una manera nada sutil, maniobrando hasta con la muñeca, cualquier cosa con tal de obtener satisfacción lo más pronto posible. Me siento desequilibrado echando aire por un solo lado. Gimme One More Reason de Blink 182 no es precisamente de gran ayuda. Hay una mosca del tamaño de un cebú acelerando en algún lado. Y de repente, un movimiento preciso al unísono, un quiebre de muñeca exacto, y el moco raíz que cede y el sentimiento celestial de desahogo viene a hacerme niño feliz por segunda o tercera vez, no más. Enfrento mi dedo y lo observo detenidamente. Una estela estupenda de mocosidad boreal destella incandescencia: "mucho gusto" me dice y me extiende la mano sensualmente, "soy estela, Estela Warren". Ensequida noto mis huevos temblar y automáticamente me cruzo de piernas. Adopto una postura cool, arquéo la ceja derecha e imposto la voz para responder: "el gusto es mío". Le beso el revés de la mano delicadamente. Estoy enamorado.
Estudio las posibilidades de mi candidatura, y río. No a falta de cómicos se hace el hombre tozudo.
Tozudo, abrazo ronco.
Ahora absorbo la metamorfosis del cielo, ciertos tonos pastel me tranquilizan. Estoy bastante calmo, realmente. Y no se justifica.
Qué me cuentan..
Tozudo, abrazo ronco.
Ahora absorbo la metamorfosis del cielo, ciertos tonos pastel me tranquilizan. Estoy bastante calmo, realmente. Y no se justifica.
Qué me cuentan..
septiembre 09, 2003
- ¿Cómo estás?
- Mirá, no conozco nada que empiece con cero.
- La gravedad
- Es una posibilidad real
- No tanto
- De todas formas, no vale la pena
- Gravitar?
- Comenzar de cero
- Y por qué no?
- Viste el capítulo de los Simpson en el que Homero se clona el culo?
- No, creo que no
- El que Bart se derrite con el calor...
- No, no lo vi
- No, entonces dejá..
- No tenés otra forma de explicarme?
- Qué hora es?
- Las siete y media
- Empieza Friends..
- Mirá, no conozco nada que empiece con cero.
- La gravedad
- Es una posibilidad real
- No tanto
- De todas formas, no vale la pena
- Gravitar?
- Comenzar de cero
- Y por qué no?
- Viste el capítulo de los Simpson en el que Homero se clona el culo?
- No, creo que no
- El que Bart se derrite con el calor...
- No, no lo vi
- No, entonces dejá..
- No tenés otra forma de explicarme?
- Qué hora es?
- Las siete y media
- Empieza Friends..
Durante tres días, sesenta, sesenta horas, el viento del verano estuvo constante oscilando dentro de un corto ángulo, fue y volvió de un acento y de una dirección a una pequeña variante de acento y dirección y la puerta de mi habitación retenida en su batir entre el quicio y una silla que puse para cortar su oscilar, batía sin cesar, y el postigo de mi ventana golpeaba también sin cesar sometido al viento. Sesenta, sesenta horas, la hoja de la puerta y el postigo cediendo minuto a minuto a su distinta presión, y yo al pasar, sentado o culumpiándome en la silla de hamaca.
Parece entonces que yo me dije: ésto es la eternidad. Parece que fue por esto que veía yo, por esa formulación de hastío, de no sentido de las cosas, de no finalidad, de todo es lo mismo, dolor, placer, crueldad, que hubo nacido el pensamiento de hacerme torturador de una plantita.
Clon.
Parece entonces que yo me dije: ésto es la eternidad. Parece que fue por esto que veía yo, por esa formulación de hastío, de no sentido de las cosas, de no finalidad, de todo es lo mismo, dolor, placer, crueldad, que hubo nacido el pensamiento de hacerme torturador de una plantita.
Clon.
septiembre 04, 2003
Hay un suicidio que los textos ponen en suspenso, que la palabra nombra para exorcizar: "Diré muro y no podré atravesarlo".
Las cañerías no funcionan, póngase de inmediato en busca de una sopapa, hágame el favor...
Las cañerías no funcionan, póngase de inmediato en busca de una sopapa, hágame el favor...
En la distancia habita un paladar negro, al cual no llega lo trágico de la pasión. Mis cantos, mis tensiones hipocondríacas, mis naufragios claustrofóbicos no atraviesan el corredizo ni osan atravesarlo. La dama que espera, en la otra orilla, desplega una manta para echarse a tomar sol, y canta en portugués. Le alzo la mano, intento desesperadamente hacerme ver y salto frenéticamente. Ella se desnuda y se entrega a la incandescencia del fuego, y mi esfuerzo me averguenza, aunque nadie se detenga a contemplar la escena. Aparento calma y voy por una gaseosa, pero me caen gotas de vid desde los ojos.
Todo en mi vida es posibilitud rota. Levanto un pequeño parlante, lo agito y algo suelto rebota y hace ruido dentro. No existen técnicos que quiera buscar.
Qué bien la noche, tan agradable de ser. Sin molestias ni complejidades de turno, hasta con algo de esperanzador prendido en las azoteas... Un jazz perplejo de enlaces dútciles y tabaco regular. El humo camuflando la información de la pantalla refulgente. Vidrieras exclusivas ofreciendo café negro y lunas de septiembre. Acobijarse en la oscuridad sabiendo que mañana hay que volver a despertar.
septiembre 02, 2003
En una sucursal del banco Meridional, aparcado el coche en un lugar indebido, con los minutos contados para volver a la oficina. Ingreso la clave de seguridad, soy admitido como cliente regular. Oprimo el rectángulo digital debido eligiendo la transacción deseada. Un martilleo sistemático suena metálico en mi nuca. Espere un momento, y una barra se llena de forma gradual. Siento las medias empapadas por los nervios y la frente soportando los residuos de los desplantes que se producen detrás de mi cabeza. Soy un enorme latido de confusión. La operación se completa y aparecen los billetes de a 100. Me siento moderadamente aliviado. Sólo queda salir de allí lo antes posible. Si no me han multado podré alcanzar el café y sentarme nuevamente a teclear a la hora correcta. Pero mis bolsillos están rotos, mis manos hinchadas por la presión y mi cuerpo obnibulado de un sudor frío a causa del aire acondicionado. Tendré que utilizar mi pistola de rayos laser para despejar el camino.