septiembre 04, 2003

Qué bien la noche, tan agradable de ser. Sin molestias ni complejidades de turno, hasta con algo de esperanzador prendido en las azoteas... Un jazz perplejo de enlaces dútciles y tabaco regular. El humo camuflando la información de la pantalla refulgente. Vidrieras exclusivas ofreciendo café negro y lunas de septiembre. Acobijarse en la oscuridad sabiendo que mañana hay que volver a despertar.