agosto 05, 2003

No hay nadie acá para hablarme cerca de vientos ni para exigirme respuestas concretas. Solamente una puerta vieja que da a la ciudad azul, una puerta con un vidrio que es un espejo; todo disco, toda pantalla oscura es potencialmente un espejo también. Dactilográficamente me siento y resumo en pocas letras lo esencial del presente: no hay más que uno, molido y bebiendo sin poder dejar escapar el sueño de la infancia. Roto y gris, y morado.