febrero 28, 2005

El hoplita (este soldado-ciudadano griego) es el primer revolucionario potencial para Ballard. Producto fresco de la primera polis, da grandes zancadas de obediencia para explotar en una confortable residencia de un barrio privado modelo. Su orgullo se revela en una coraza dorada. Luego de dos milenios de sumisión y de cargar con la responsabilidad de la democracia, el hoplita se interesa nuevamente por los elementos necesarios para hacer fuego. Planea, en principio, contar con los suficientes explosivos.
Y es así. El invento de uno de los individuos más singulares y aventureros de todos los tiempos (Alejandro Magno) facilitó la maquinaria que marcaría veinte siglos de corralón. La falange hace en su momento del Hoplita, como la ciudad del ciudadano, una unidad intercambiable, un elemento similar a todos los otros cuyo valor individual no debe manifestarse ya nunca sino dentro del orden impuesto por la maniobra de conjunto, la cohesión de grupo, el efecto de masa, "nuevos" instrumentos de victorias.
La clase media es el "nuevo" proletariado. Se está dando cuenta que su esfuerzo (fundamental pero claro, no de cada individuo ya que son "intercambiables) se ve cada día peor recompensado. Un pediatra en duelo ha dado un paso a destiempo en medio del combate diario y la falange es ahora vulnerable. Llegará hasta nosotros? Nos tocará? Arremeterán contra nosotros? Arremeteremos nosotros?

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

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»

julio 21, 2006 10:49 p. m.  

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