La atmósfera abrumadora de las cañerías rotas, con el sillón ese que pierde musgo, con las chicas de veinte pesos tiradas ahí, rotas, vencidas hace rato. A la hora de la tarde se sirve la cerveza, mientras todos dormimos sobre nuestros frágiles universos. La espuma cae desde lo alto, un disco olvidado empuña no sé qué mierda, todo se hunde indeterminadamente, vaya a saber qué cosa, probablemente nos hacemos mierda, cada cual con su herida acrílica, y todos estamos a favor.
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