julio 03, 2003

No sé muy bien que hago, dónde voy, adónde es que tengo que volver. Una opresión constante y sádica caracteriza mi ánimo, escribo cosas sin rumbo y sin sentimiento. Vengo de una generación estropeada por la información vertiginosa e inútil, conozco datos que no debería y soy conciente de que no entiendo nada en absoluto. Dependo de algún buen fin de semana, de algún libro que me rescate del caos meditabundo y de cigarrillos rubios y de opiniones desencontradas y situaciones grotescas. Miento y oculto hechos trascendentes diariamente y pretendo muchísimo. Pretendo muchísimo.
Ay, pobre de mí..., cuando ya no queda nada, me disfrazo del chico que era hace cuatro años y recurro avergoinzado a la autocompasión.