Un vuelvo, un vuelco quisiste decir, sabías que iba a caer un la trampa, que lo repetiría en algún lado. Que mi enfermedad continúa latente aunque no se muestre de mi mano en las peatonales de esta tarde oscura y diminuta. Volvimos sin enterarnos de nada, cambiamos besos por un para de rosas, la brisa era simple y cariñosa e, infrecuentemente, no llevabamos prisa. Soplaste apenas sobre mi cuello y me dijiste que me amabas. Y reconocí que el ímpetu conciente y todo este encantamiento herido, aunque remendado con esmero, no satisfizo mis ansias de pasión o desenfreno, o de imposible gestión desgarradora de cariño. Y acá, y ahora, caigo nuevamente en la idiotez de la que soy rehén, y busco sediento dentro de este calabozo opresivo un orificio, un resquejo por donde idear una especie de esperanza, por donde llamar a alguien que venga y arregle esto. Someone always does.
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