Sobre la arena me costaba trabajo caminar, parecía un poco cojo. Mis uñas... las uñas me las tengo que cortar. Ella bebía un trago de forma estupenda, cualquiera que halla sido el trago. Inclinaba la cabeza apenas, aunque sólo de manera casual y ocasionalmente. Conversaba con alguien que parecía no entender, y ondulaban sus largos párpados imperceptiblemente. De pronto irguió la cabeza, recogió esos párpados y me miró con claras intenciones de hacerme daño. Yo sonreí. Esas cosas solían agradarme.
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