¿No es como una costa esta cama,
sólo una franja de costa, sobre la que yacemos?
Nada es seguro, más que tus altos pechos
que sobrepasan en vértigos a mi sentimiento.
Pues esta noche, en la que tanto se gritó,
en la que se llaman y desgarran los animales,
¿no nos es tremendamente extraña? Y cómo:
lo que se alza fuera lentamente, y llamamos día,
¿acaso es más comprensible que ella para nosotros?
Habría que meterse el uno en el otro
como los pétalos en torno a los estambres:
tanto está lo desmesurado en todas partes,
y se amontona y contra nosotros se lanza.
Pero, mientras nos apretamos uno contra otro,
para no ver cómo se acerca por todas partes,
puede surgir de ti, puede surgir de mí:
pues nuestras almas viven de traición.
Impresionante la poesía de Rainer Maria Rilke.
sólo una franja de costa, sobre la que yacemos?
Nada es seguro, más que tus altos pechos
que sobrepasan en vértigos a mi sentimiento.
Pues esta noche, en la que tanto se gritó,
en la que se llaman y desgarran los animales,
¿no nos es tremendamente extraña? Y cómo:
lo que se alza fuera lentamente, y llamamos día,
¿acaso es más comprensible que ella para nosotros?
Habría que meterse el uno en el otro
como los pétalos en torno a los estambres:
tanto está lo desmesurado en todas partes,
y se amontona y contra nosotros se lanza.
Pero, mientras nos apretamos uno contra otro,
para no ver cómo se acerca por todas partes,
puede surgir de ti, puede surgir de mí:
pues nuestras almas viven de traición.
Impresionante la poesía de Rainer Maria Rilke.
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