bue, hay una cantidad de gente impresionante a mi alrededor. El ambiente huele entre menta y plástico quemado, y un niño de color raro mira mi nuca mientras pierde un diente. Un deja vú intermitente, bizarro, casi imperceptible, pero cierto. Temo que la heroína de la existencia se encargue de mí, temo la ironía del absurdo. Cada cual hace sus cosas y nadie se preocupa por mí, ni siquiera yo mismo. Hay que caer, si. La impotencia y el olvido como únicas armas.
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