Quiero decir, casi siempre la misma suerte. No es que a uno le excite verse víctima, ni que el mundo se incline y gire en contradicción. Otra estupidez cometida, otra estupidez de las que molestan, agrietan. Y confirmo para luego olvidar: hay gente que no cambia, no funciona, no posee el germen cristiano de la bondad. A eso, sobre todo, le temo. Esa gente es diferente.
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