VIENA (AP).- El compositor György Ligeti murió ayer, a los 83 años, tras una larga enfermedad.
Exactamente una semana después de que la Filarmónica Checa, en el Colón, interpretara "Lontano", esa bellísima página escrita en 1967, llegó desde Viena la noticia que daba cuenta de la muerte de su autor, György Ligeti, uno de los compositores más trascendentes y fantasiosos de la segunda mitad del siglo pasado.
Como la gran mayoría de los compositores que han transcurrido su vida creativa por los muchos y muy variados caminos de la vanguardia musical europea posterior a la Segunda Guerra Mundial, Ligeti no ha dejado obras que hayan logrado un reconocimiento amplio o que hayan ingresado para quedarse en las salas de conciertos.
Sin embargo, en los últimos años, muy de a poco e incluso en nuestras latitudes, obras de cámara, sinfónicas y conciertos comenzaron a ser oídos en eventos que no estaban destinados únicamente a los amantes de la música contemporánea. Tal vez ahora, aunque quizá más tarde de lo que hubiera sido justicia, los teatros y los programadores de conciertos le den más cabida y le presten más atención. Tanta como para que los públicos puedan comprender la belleza y la poesía de una música tan genial como original.
Ligeti -que no viene mal recordar que debe ser pronunciado con acento esdrújulo- nació en Transilvania en 1923, en el seno de una familia judía húngara de habla alemana, hecho que habría de marcar inexorablemente su vida. En 1943, fue recluido y sentenciado por los nazis a realizar trabajos forzados. Su familia, salvo él y su madre, fue aniquilada en el Holocausto.
Completó sus estudios musicales luego de terminada la guerra y se integró al cuerpo docente del conservatorio de Budapest. La invasión soviética a Hungría, en 1956, lo impulsó a abandonar su país y marchó hacia Viena. Hasta tal punto estas contingencias marcaron su existencia que más tarde afirmaría: "Mi vida durante la época nazi y el comunismo estuvo llena de riesgos. Creo que eso se refleja en mi música. Ese sentimiento permanece".
Desde entonces residió en Austria y, lejos de los condicionamientos que imponía el régimen húngaro, se aproximó con tanta creatividad como recelo a las corrientes más vanguardistas que tenían su epicentro en Darmstadt.
Según Paul Griffiths, la vida creativa de Ligeti desde su establecimiento en Viena puede ser dividida en dos etapas de significaciones diferentes, la primera de las cuales es la que se extiende hasta la composición de su ópera "Le gran macabre", concluida en 1977. Durante esas dos décadas, se incorporó al estudio de música electrónica experimental de la Radio de Colonia y trabajó en forma estrecha con otras figuras de la vanguardia, como Boulez, Stockhausen y Nono. Su primer gran reconocimiento lo obtuvo en 1961 con "Atmosphéres". De aquel tiempo, entre muchísimas más, también fueron "Réquiem", la mencionada "Lontano", "San Francisco Polyphony", el "Concierto de cámara para 13 instrumentos" y "Nouvelles aventures". Desarrollando técnicas muy originales, Ligeti alcanzó lo que se ha dado en llamar la composición de áreas de sonido.
Después de la ópera, Ligeti fue dejando atrás el tiempo de las experimentaciones y, a su manera, emprendió un avance que significó un regreso paulatino a cierta tradición musical. De este tiempo son los conciertos para piano y para violín y el fantástico corpus de música para piano que incluye, esencialmente, sus Estudios. El reconocimiento cada vez mayor a su labor creativa incluyó, más allá de los innumerables premios y distinciones, la edición discográfica de prácticamente el total de su producción.
Por último, habría que recordar que algunas de sus obras encontraron en el cine una difusión especial. Stanley Kubrick encontró que ciertas obras de Ligeti eran ideales para sus películas. Fueron sonidos del "Réquiem" y de "Lux eterna" los que acompañaron el vuelo de aquel hueso que arroja el humanoide primitivo hacia las alturas para ir desde la edad de piedra hacia la era espacial en "2001: odisea del espacio". Y, más recientemente, fueron los sonidos de "Música ricercata Nº 2" los que aportaron lo suyo en "Ojos bien cerrados". Ojalá que, por fuera del cine, cada vez haya más oportunidades para poder disfrutar de las bellezas que Ligeti nos legó.
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