junio 01, 2006

Cuando se referían a mí, en mi infancia..

Como muchas ciudades de la Edad Media, Valencia estaba rodeada por una muralla en cuya parte exterior había emplazada una fortificación en semicírculo, conocida como luna en términos militares. Al caer el sol, las puertas de la ciudad quedaban cerradas y quien llegaba después debía pasar la noche fuera de ella. No le quedaba otro refugio que el de ese bastión. "Quedarse (o estar) en la luna de Valencia" se convirtió así en equivalente de quedar chasqueado, sin poder cumplir un determinado propósito, con la consiguiente desorientación que ello supone. Existe otra versión del dicho, relacionada con el puerto valenciano. Por la precariedad de su muelle, los barcos debían esperar a que la marea les resultara favorable, lo que sucedía de acuerdo con el régimen lunar. Quien se hallaba en esa situación flotaba sin rumbo hasta que las condiciones fueran apropiadas. Estaba pues sujeto a la luna de Valencia. Una vieja copla popular regoje la frase, sin aclarar su origen: "Me diste cita y, ¡cuidado! / te aguardé con impaciencia / la noche entera he pasado / en la luna de Valencia".