mayo 22, 2003

"Después, todo cambió. La niñez fue derrumbándose a mi alrededor. Mis padres comenzaron a mirarme un poco desconsertados. Mis hermanas me resultaban muy extrañas. Un vago desengaño deformaba y desteñía los sentimientos y las alegrías a que estaba acostumbrado. El jardín ya no tenía perfume, el bosque no me atraía; el mundo a mi alrededor parecía un saldo de cosas viejas, gris y sin atractivos; los libros eran papel y la música ruido. Así van cayendo las hojas de un árbol otoñal, sin que él lo sienta; la lluvia, el sol o el frío resbalan por su tronco. Mientras la vida se retira lentamente a lo más mínimo y lo más recóndito. El árbol no muere, espera."